Con Ran en la habitación. (Hard Yaoi)

Gimió lastimeramente cuando sus colmillos perforaron su labios haciendolo sangrar.
Su corazón empezaba a latir a un ritmo frenético y el vaiven demasiado lento de la mano del vampiro no era suficiente para satisfacerlo.
Estaba jugando con él , quería oirlo gemir por más y él no se haría de rogar:
Abrazó su cuello y pegó su boca al oido del mayor.
-One...onegai..Take-kun....aaam-
Gimió a su oido sensualmente.
-Motto , onegai.-
Le suplicó para después lamer su oido.

Suspiró al sentir la lengua del menor en su oreja y las comisuras de su boca se curvaron en una lujuriosa sonrisa.
- Muy bien, Ran-chan.
Su mano cobró más velocidad, masturbando sin pudor su miembro, sin cesar el movimiento de sus dedos.
Buscó los labios del chico y los besó, suavemente, para luego atraparlos entre los suyos en un beso apasionado y excitante. Y delicioso, por el sabor ácido, aunque agradable, de la poca sangre que había salido de la pequeña herida,

Sintió la boca del vampiro recorrer la suya propia de un modo agresivamente excitante que le hizo soltar varios gemidos ahogados en la boca de sus amante.
Después lamió su mejilla y continuó gimiendo sin contención a su oido
-Mételo ya , onegai ...¡ah!-
Le rogó al oido entre gemidos y jadeos.
Los dedos que penetraban enloquecidos su entrada ya no eran suficiente necesitaba más , lo necesitaba a él dentro de sí.
-Onegai Take-kun , ya no puedo más-

- Bien - murmuró.
Sacó sus dedos del interior del chico y paró su mano momentáneamente para cambiarse de posición.
Subió una de sus piernas a su hombro para estar más cómodo, y besó con calidez sus rodillas y sus muslos. Esbozó una sonrisa satisfecha. Rozó su entrada con la punta de su miembro, y comenzó a introducirlo con suavidad en el cuerpo del chico.
- Ah... - gimió, levemente.
Comenzó con un lento vaivén, que poco a poco iba intensificando, mientras dirigía su mano a la entrepierna del chico y comenzaba de nuevo a masturbarle.

Un escalofrío recorrió su columna vertebral cuando sintió como besaba sus rodillas y muslos y se estremeció cuando comenzó a sentir su miembro adentrándose lentamente en su cuerpo.
Su garganta expulsó algun gemido de placer con un leve tinte de incomodidad , más no de dolor.
Rodeó su cadera con la pierna y con un suave empujón lo ayudó a introducirse completamente en él.
-¡Ah! ..... mmm ...¡hn!-
Su respiración se volvió entrecortada y jadeante por la sorpresa y el esfuerzo.
Su sinfonía de gemidos continuó cuando el mayor comenzó con aquel delicioso movimiento de vaiven que provocaba exquisita fricción entre sus cuerpos.
-Motto ... motto...-

De su garganta salían roncos jadeos, extasiados por el placer, cada vez que embestía contra el niño. El contacto suave con él, y los gemidos de este estaban volviéndole loco. Se había acostado con gente bastante más joven que él, pero tanto, no, hasta entonces. Sonrió y pensó que después de aquello no le importaría repetir, y mucho menos volver a compartir cama con aquel delicado muchacho llamado Ran.
Agachó la cabeza y comenzó a lamer de nuevo su piel, ya algo salada. Realmente adoraba su sabor. Su cálida boca rodeó uno de sus pezones y jugó con él, mientras acariciaba el otro con la mano libre.
La otra seguía propinando excitantes caricias a su miembro.

Numerosos espasmos de placer recorrian su cuerpo a cada una de las embestidas del mayor.
Su cuerpo estaba cubierto de sudor y sus ojos estaban velados por el placer.
Tiró la cabeza hacia atrás y exhaló un gemido , tal vez demasiado alto para no ser considerado sino como grito.
Sus manos se asieron a la sabana fieramente , descargando parte de sus excitación sobre ella.
Sintió su lengua de nuevo sobre su piel por lo que soltó otro grito cuando el vampiro atrapó uno de sus pezones con la boca mientras seguía estimulando su miembro.
Se afirmó a su cuello , jadeando y gimiendo a su oido.
-¡AH! ...Take-kun...mmm... motto..¡AH!-

Los gemidos del chico le hacían perder la cordura, si algo le quedaba ya. El delicioso roce de su piel, su delicioso olor, su delicioso sabor... incluso su el delicioso sonido de su voz. Todo ello era absolutamente perfecto.
- Ah... Ran - jadeó, como respuesta.
Lamió su mejilla, disfrutando su salado sabor debido al sudor que perlaba sus cuerpos.
- Eres delicioso... - dijo, expresando en voz alta sus pensamientos.
Tomó su mano, soltándola de las sábanas y la besó con suavidad.

-Yo ... aaah.... Take-kun....nh-
Su rostro se cubrió de un tierno rubor.
¿Cómo podía ser que fuera tan atento mientras estaban teniendo sexo? La mayoría de los hombres lo hubieran puesto a cuatro patas y lo hubieran embestido brutalmente sin molestarse a lubricarlo o a si le hacía daño...
-Yo ... arigato... take-kun-
Le agradeció todos los detalles que estaba teniendo con él con una dulce sonrisa.
Comenzó a mover las caderas al ritmo que marcaban las de su amante , chillando ya del placer que consumía su cuerpo.

Le devolvió la sonrisa. Rodeó su cuello con el brazo y le besó con urgencia, acallando sus gritos y los suyos propios, que aguantaba mordiéndose el labio, de un momento para otro.
Cuando rompió aquel beso, sin aliento, levantó la cabeza otra vez, sin que el movimiento de su mano ni sus caderas cesasen, y sus labios recorrieron de nuevo las piernas del chico. Ese maldito y agradable sabor de su piel...
- No aguantaré mucho más - le avisó, con la voz ronca

Sus lenguas se enlazaron en una violenta batalla que se libraba dentro de sus bocas ahogando cualquier sonido que pudiera salir de ellas.
Su respiración se hacía cada vez más jadeante y su corazón latía cada vez mas desbocado.
Sus caderas se movían cada vez más rápido provocandole espasmos de placer por todo el cuerpo.
Sus sentidos se tornaron más agudos: podía oir el incesante latido del corazón de su amante y su piel temblaba deplacer cada vez que él la rozaba con sus labios.
-Yo... aaaah... yo ¡nh!.... también...-

Apretó los dientes con fuerza y se lanzó de nuevo a por el cuello del chico, mordiéndolo con toda la suavidad que era capaz, lamiéndolo, saboreándolo.
Mientras su mano y sus caderas cobraban más fuerza que nunca, embistiéndole con fuerza, y jadeando cada vez que lo hacía.
- Ran... ah... R... - gimió sensualmente, pero no llegó a repetir su nombre, porque de su boca salió un grito de placer.
Sin embargo, estaba dispuesto a aguantar hasta que fuera el pequeño quien acabase primero.

Expulsó un nuevo grito entre el placer y el dolor cuando los dientes del vampiro se adueñaron de su níveo cuello , mordiéndo y lamiendolo.
Sentía su temperatura subir por momentos , hasta un punto que juraría que si tocara un hielo este se fundiria nada más rozar su piel.
Placenteros calambres recorrían todo su cuerpo causandole espasmos.
-Take-kun ... yo ... yo ... ¡Aaaaah!-
No le dió tiempo a acabar la frase y con un último grito de placer derramó su semilla , contrayendo sus paredes interiores, manchando el vientre del mayor.

Sonrió satisfecho al escuchar el grito. Tras unas cuantas embestidas más, él mismo gritó, yéndose en el cuerpo del pequeño.
Salió de él delicadamente y limpió sin prisas el semen del chico a lametones sobre su vientre, y luego con los dedos lo que había caído sobre él, para luego también lamerlos con avidez, ante la mirada atenta de su acompañante.
Se tumbó junto a él y le tapó suavemente con las sábanas.
- Deberías descansar - miró hacia la ventada, que aún tenía las cortinas cerradas, aunque no del todo -. Después tú tienes clases.

Su boca esbozó una especie de sonrisa: por una parte era muy excitante ver al mayor recogiendo su "estropicio" , lamiendo su vientre sensualmente , pero por otra las caricias de su lengua en una zona tan sensible por su anterior "actividad" le hacía cosquillas.
Sus labios se curvaron del todo cuando el vampiro lo arropó con las sábanas , no entendía el porqué de sus acciones , era un tipo muy peculiar.
-Al diablo con las malditas clases-
Con un rápido giro se posicionó encima del vampiro y clavó sus ojos en él , estaban tan cerca que podía sentir su aliento sobre la cara.
-Hagámoslo otra vez-

Sonrió ampliamente y rió con suavidad.
- Eres incansable, Ran-chan - dijo, a medio camino entre una pregunta y una afirmación.
Lamió su mejilla, aún húmeda y deslizó sus manos a lo largo de la espalda del chico, a modo de caricia, recorriendo su figura. Se dio cuenta de que, a pesar de su pequeño tamaño y de su aspecto delicado, su cuerpo era fuerte. Dejó las manos rodeando su cintura.
- ¿Así que otra vez? - preguntó.

Apartó la mirada fingiendo indiferencia.
-Bueno si no quieres-
Restregó suavemente su cuerpo contra él , lo suficientemente fuerte para que él lo notara y lo suficientemente debil para que pensara que no lo había hecho aproposito: con Ran nunca se sabía si había hecho algo adrede o no.
Le sonrió encandiladoramente con una mezcla de picardía e inocencia y apoyó su cabeza sobre su pecho , recostándose contra él.
Y entonces cerró los ojos aletargando su ritmo cardíaco y respiratorio para que el mayor pensara que se había quedado dormido.

Suspiró con el suave roce de sus pieles.
Esbozó una leve sonrisa cuando el chico se apoyó sobre su pecho y cerró los ojos.
Le miró un rato, parecía estar dormido de veras, así que le cogió con delicadeza y le arropó de nuevo con las sábanas junto a él.
Se dió la vuelta y miró hacia la ventana. A través de la tela que la cubría se distinguía vagamente el cielo estrellado y una enorme luna llena brillando en lo alto del firmamento. Cerró los ojos y sonrió, pero volvió a abrirlos, para seguir mirando aquello.

Abrió solo un ojo para comprobar que el vampiro se había creido su actuación.
Se giró hacia la ventana para admirar el maravilloso espectáculo que el rubio observaba y sonrió para sus adentros.
Se abrazó a su espalda exhalando un duce suspiro.
Besó su hombro mientras deslizaba su mano hasta dejarla unos pocos centímetros por encima de su entrepierna.
-No me puedo creer que te lo hayas tragado-
Negó con la cabeza incrédulo.
-El cielo está precioso esta noche ¿no crees?-

Rodeó su cuello con una mano y lo acarició con suavidad.
- Y yo me puedo creer que te hayas creído que me lo he tragado - bromeó, y rió suave y musicalmente, antes de besarle en la mejilla.
Asintió con la cabeza y estiró el brazo para apartar totalmente la cortina de la ventana, dejando que la tenue y blanca luz de la luna les bañase. Observó todo aquello un rato, repentinamente melancólico, antes de contestarle.
- Es realmente bello. Adoro las cosas bonitas - añadió, con un suspiro.

Estalló en carcajadas ante su broma.
-Pues a mi no me gustan nada -
Le confesó acaricando su vientre suavemente.
-Yo creo que las cosas bonitas son hermosas pero traicioneras : O son tan delicadas que se rompen con facilidad o son tan duras que son capaces de pegarte una puñalada por la espalda-
Volvió a besar su hombro y esbozó una sonrisa cansada.
-Y lo peor es cuando te gustan , cuando serías capaz de hacer todo por ellas -
Suspiró pesadamente y continuó acariciándole delicadamente.
Pegó completamente su cuerpo a su espalda y colocó la cabeza sobre su hombro.
-Sea lo que sea en lo que piensas ,olvidalo-
Le ordenó percatándose de su obvia melancolía.
-No quiero verte así , asi que , olvidalo-

- Ese es precisamente el encanto de las cosas bonitas, en mi opinión. Cuando realmente te gustan, sí, harías cualquier cosa... pero depende mucho de qué sea "cualquier cosa". Sacan lo peor o lo mejor de uno. Eso, en cierto modo, es bueno. Las cosas bonitas son buenas, hasta que tropiezas con ellas una y otra vez, entonces es cuando te tienes que plantear si está bien seguir cayendo en el mismo lugar.
Besó con suavidad su pelo.
- Más quisiera hacerlo - admitió, riendo por lo bajo -. Pero hay cosas que no se pueden olvidar.

Ran lo escuchó atentamente , era bastante probable que el vampiro tuviera razón.
Ya lo dice el dicho: "más sabe el diablo por viejo que por diablo" y él le sacaba bastantes años.
-Puede que tengas razón-
Reconoció finalmente.
Sintió sus labios sobre su pelo y le devolvió el beso en la mejilla.
-Pero tal vez yo pueda distraerte un rato-
Le sonrió cálidamente.
-Yo podría contarte cuentos-
Se rió levemente.
-¿Qué te parece? , sería como en las mil y una noches-
Volvió a sonreir y le besó la mejilla

- Pero solo puede.
Sonrió ante la proposición.
- De acuerdo - accedió.
Se dio la vuelta y se abrazó a él, cariñoso.
- Cuéntame un cuento.
Mordió suavemente su cuello y se apoyó sobre su pecho.
- Y más te vale que me guste - bromeó.

Le sacó la lengua y le sonrió comenzando a acariciarle el pelo.
-Pues verás: hace mucho tiempo, en una aldea lejana, vivían un anciano y una anciana, que nunca habían podido tener hijos y por eso se sentían muy solos y tristes.

Un día, mientras la anciana lavaba ropa en el rio observó que por el río descendía un extraño objeto que le llamó mucho la atención. Sorprendida, comprobó que era un melocotón gigante.
Lo sacó del agua y lo llevó a su casa, pensando dárselo a su marido para cenar.

Al llegar a casa el anciano, la mujer le dijo:

"Mira que melocotón tan grande y hermoso he traído para tu cena".

Y el anciano respondió:

"Córtalo por la mitad, y nos lo comeremos entre los dos".

La mujer fue a la cocina, trajo un gran cuchillo, y se disponía a partir el melocotón en dos mitades, cuando de repente, se oyó una voz humana desde su interior.

"¡Esperad, por favor! ¡No me cortéis!"

Ante al asombro de los dos ancianos, el melocotón comenzó a abrirse lentamente por sí solo, y de su interior salió un niño.

"No os asustéis", les dijo el niño. "El Dios de los cielos vio lo solos que estábais, y ha decidido enviarme a mi ante vosotros para ser a partir de ahora vuestro hijo".

El anciano y la anciana, con gran alegría, adoptaron al niño, y como había nacido de un melocotón, decidieron llamarle Momotarô . Naturalmente, se sintieron muy complacidos y felices de poder criar por fin al niño que siempre habían deseado tener, y le educaron para que llegase a ser un buen muchacho.

Pasó el tiempo, y un día, cuando Momotarô cumplió los 19 años, se acercó a sus padres adoptivos y les habló de la siguiente manera:

"Padre, madre, habéis sido muy amables conmigo y me habéis cuidado muy bien. Ahora que me he hecho mayor, debo agradecéroslo de alguna forma. A lo lejos, en algún lugar del océano, se encuentra la Isla de los Ogros. Allí viven muchos ogros malvados que a menudo vienen a las aldeas de los alrededores para robar a la gente. He decidido ir a esa isla y acabar con los ogros. Por favor, padre, dame tu permiso".

El anciano, con una mezcla de sorpresa y orgullo, dio su permiso a Momotarô. Entre él y la anciana le ayudaron a prepararse con todo lo que necesitaba para el viaje. Le dieron una espada, una armadura y provisiones. Momotarô se puso en camino, no sin antes prometer a sus padres que volvería sano y salvo. -

Ran carraspeó y se aclaró la voz..
-Durante su viaje camino del mar, Momotarô se encontró con un perro de pelaje moteado. Al principio el animal se mostró muy agresivo, empezó a gruñir y a amenazar con lanzarse a morderle, pero Momotarô le ofreció un poco de comida, y le explicó que se dirigía a la Isla de los Ogros. Entonces el perro decidió unirse a él.

Momotarô, acompañado por el perro, siguió su camino, y más adelante se encontraron con un mono. El perro y el mono se enfrentaron y estaban a punto de pelearse, pero Momotarô intervino de nuevo y le explicó al mono el motivo de su viaje. El animal preguntó entonces si podía acompañarles, a lo que el chico dijo que sí y le ofreció un poco de comida. El mono decidió acompañar a Momotarô y al perro en su largo y peligroso viaje.

Los tres siguieron andando, y más adelante, vieron un faisán. El perro y el mono se disponían a atacarle, pero cuando el faisán se enteró que se dirigían a acabar con los ogros, preguntó si podía acompañarlos. Momotarô le dió un poco de comida y el faisán se unió al grupo.

Durante el viaje, con Momotarô al mando, el perro moteado, el mono y el faisan, tres animales que normalmente no se llevan bien unos con otros, acabaron por hacerse buenos amigos. Recorrieron un largo camino hasta que finalmente llegaron al mar. Momotarô construyó una barca, con la que cruzaron el mar en dirección a la Isla de los Ogros. Al avistar la isla, observaron que estaba fuertemente protegida por una fortaleza y vigilada por muchos ogros rojos, azules y negros.

El faisán voló sobre la fortaleza y comenzó a atacar a los ogros guardianes, propinándoles fuertes picotazos en la cabeza. Éstos intentaron golpearlo con sus garrotes, pero el faisán era demasiado rápido y lograba esquivar todos los golpes. Mientras los ogros estaban distraídos, el mono se coló en la fortaleza y abrió la puerta desde dentro. Entonces Momotarô y el perro entraron y se unieron a la lucha.

La batalla fue larga y cruenta. El faisán atacaba a los ogros picándoles en la cabeza y los ojos, el mono les arañaba, el perro les mordía y Momotarô les atacaba con su afilada espada. A pesar de que eran muchos más, los ogros acabaron dando por perdida la batalla ante la fuerza y agilidad de sus rivales, y se rindieron arrodillándose a los pies de Momotarô, al que prometieron dejar de ser malvados a partir de entonces. Seguidamente le entregaron el tesoro que tenían guardado.

El tesoro contenía grandes cantidades de oro y plata, una capa y un sombrero de invisibilidad, e incluso un martillo mágico, que hacía aparecer monedas de oro cada vez que era golpeado contra el suelo. Momotarô y sus amigos animales cargaron el tesoro en la barca y regresaron a casa, donde en compañía de los dos ancianos, vivieron felices y en la abundancia-

Una vez terminado el cuento cesó en sus caricias.
-¿Te ha gustado?-
Desvió la mirada .
-En realidad no es un cuento muy bueno , es para niños , pero era uno de los que mi madre me contaba cuando era pequeño , y le tengo un cariño especial-
Emitió una suave risa.
-Ella me decía de pequeño que yo había salido de una orquídea , como Momotarô y el melocotón, y que por eso me llamaron Ran ... pero eso fue mucho antes de que descubriera como venían los niños al mundo en realidad-