Momento de hobbie - Libre

Bien, aqui estaba. Paso sus verdes orbes por todo el pasillo, con el ceño fruncido característico sobre sus ojos y una mirada a desconfianza a cada persona que se le cruzará o le mirara siquiera de reojo.
- Puta madre - murmuró entre dientes más que astiado. El condenado sol lo estaba molestando, incluso desde el interior de las ventanas. Miró de reojo una última vez y se metió en su, digamos "santuario" con las manos en los bolsillos.
Sí, por lo menos en la biblioteca estaria más cómodo.
Sus cejas se calmaron al recibir el aire acondicionado, y cerró los ojos ya dando un suspiro de alivio. Este era su lugar, y de hecho estaba más que ansioso por ver que clase de libros había en él.
Sus delgados y largos dedos de pianista pasaron por el borde de un grueso y gran libro de tapa verde, costura de género y rasgos de antiguedad. Lo sacó con calma y comenzo a hojearlo como si de lo más hermoso se tratara.
"Literatura Antigua", decía la tapa, y no hizo falta que la leyera, una vez sus verdes ojos se pasaron por las paginas lo supo.
Dió un leve suspiro y con el objeto aun en su mano se fue a sentar tranquilamente a una mesa, abriendolo nuevamente y leyendo sereno.

Pronto una sonrisa diminuta y disimulada se posó en sus labios. Estaba como en el paraiso con aquel tomo en sus manos, pero tan rápido como llego, se borró. El intruso al mismo tiempo que se lo arrebató, lo sostuvo para no soltarlo como si de su propiedad se tratara.
- Teme.. ¿quién te crees que eres? - Farfulló cuando sus ojos se tornaron más que molestos y se levanto de la silla dejandola caer no muy brusco, tirando del libro aun en su mano derecha, esa, la que tenia los dedos llenos de anillos al igual que la otra, que se apreto con fuerza a un costado de su cintura
- ¿Quieres bronca, cabrón? - Preguntó con aire de grandesa y arrogancia, alzando sus ojos y mirandolo desde arriba. Era un poco más alto y eso lo hizo ver aun más arrogante. Odiaba a la gente mayor que él y más si le hechaba la bronca. Sus ojos verdes y llenos de molestia no se separaron de los azules y rasgados.

Se llevó una leve sorpresa. Asi que el guardián, ahora sabiendolo, no se intimido por su evidente agresividad, y mucho menos por su "desafio", si no que lo aceptó de buena manera. Sin embargo se sintió exitado por que se ofrecio a una pelea por el susodicho libro.
Su rostro no cambio aquel ceño fruncido, ni mucho menos sus ganas de "romperle la cara" pero aquellas primeras y simples palabras le hicieron tener un escalofrio. Su voz era un tanto sensual y esos ojos celestes perfectos de japonés lo hicieron seder levemente, pero sin soltar el libro. ¿Qué se había creido ese mocoso?
- Gokudera - Contestó luego de manera mecanica al escuchar el apellido del otro. Y en un rápido movimiento arrebató el libro de las manos contrarias y lo dejo sobre la mesa bruscamente colocando una mano sobre el como protección
- No te creas mucho, Guardían, que el primer vampiro que huela, le volaré los sesos con esto - Hizo una mueca de hastio, y saco de su camisa con una sola mano, 3 bombas entre sus dedos - Asi que buscate otro libro. - Lo dejó entre su brazo e intento salir de ahí. Si queria bronca la tendría, pero no queria desperdiciar su fuerza con un simple guardián

- Petardos tu madre, cabrón - Soltó de forma automatica y completamente de mal caracter. No podia creer la manera en el que el otro además de ignorar sus palabras y movimientos sin sentirse ofendido, las seguia y se defendia de la misma manera, sin embargo más apasible. Eso lo hizo hacer rabieta, y una muy grande que se dibujo en sus ojos y más aún en sus facciones.
Su mano apretó con más fuerza el objeto, pero valla sorpresa que se llevo al ser sostenido por el contrario. Los ojos verdes se cruzaron con los azules, y por un solo segundo, Hayato se sintió intimidado.
Al mismo tiempo, practicamente le fulminó con la mirada y no logrando que lo soltara, se inclino bruscamente para darle un sonoró cabesazo y asi, aunque gimió de dolor, logró soltarse de esa mano.
Finalmente tembloroso se apoyo con la mano libre en la mesa, mientras la otra no tenia la menor intención de soltar aquel libro, razón de aquel encuentro y disputa.

Soltó algo entre gruñido y quejido, perdiendo el equilibrio, pero gracias a su testarudez, niega rotundamente rendirse y caerse. El libro ahora daba igual, los que les miraban, calentando la pelea con palabras vanas, y los que intentaban detener a cualquiera, también estaban fuera de la mente del peliplateado.
- ¡Puto desgraciado, ¿Cómo te atreves a tocarme, mal nacido?! - Algo de sangre se esucrrio de su labio a su mentón, y su mandibula también se sentia descolocada. En ningun momento quiso utilizar sus dinamitas, no.. no en su santuario, y mucho menos contra alguien que solo usaba el cuerpo para pelear, y siendo ese el caso, a puño limpio seria.
- Asi que quieres bronca, cabrón - Se quitó la sangre con la muñeca haciendo una mueca, y le hizo un lindo gesto con el dedo corazón de una de sus manos colocandose en posición.