Después de las Clases... [Privado-Lemon]

Bufó. Castigado después de clase por no completar con exito todos sus deberes. ¿Qué culpa tenía él si no comprendía los problemas Químicos que pedían una respuesta clara?

Miró por la ventana como pasaba la noche. Estaba sumamente aburrido; el constante movimiento de sus dedos y el golpecito del lapicero contra el madero delataban su estado emosional. Observó de reojo su cuaderno. Sí. No se habían ido a ninguna parte. Allí seguían estando aquellos problemas que tanto dolor de cabeza le provocaba. Bufa. Vuelve a mirar hacia el exterior. Tenía dos opciones: Resolverlos bien y marcharse alegremente a su habitación a tomarse algo para el dolor de cabeza o esperar a que llegase el día, momento en el que podría marcharse para no molestar las clases de los alumnos Diurnos.

El motivo por el cual no se había dado a la fuga ya era un pelirrojo de ojos verdes sentado en la silla del profesor. A ratos sentía que lo miraba un momento para después volver a dirigir su mirada a lo que anduviese haciendo. Desde su posición, la antepenúltima fila, no podía verlo con claridad. Volcó toca su atención en el adulto. Tenía que admitirlo, el maestro estaba para hacerle más de un favor... y del tipo personal e intimo. Una sonrisa traviesa apareció en su rostro. Se queda observando los movimientos del mayor con detenimiento.

-Todo.- Respondió, tanto a la pregunta de Tiempo y Problemas por Resolver. Miró su cuaderno en blanco. Salvo algunos garabatos, el resto estaba completamente vacío. Ni una palabra, ni un número. Simplemente los bordes pintados con figuras de palitos.

Cansado de estar sentado, se puso en pie. Necesitaba moverse un poco. Demasiado tiempo allí parado para su gusto. Toma el cuaderno, baja el tramo de escaleras. Deja la libreta en la mesa del maestro. No le importaba si lo castigaba o no. Volvió a su asiento. Con postura calmada, posó los pies sobre el pupitre. Lo había decidido: Esperaría al alba para marcharse a su habitación. Mientras y como entretenimiento, observaría las acciones del maestro.

-¿Piensa regañarme, Master?- Preguntó sin tono en la voz, neutral.

Bostezó abiertamente de aburrimiento. Sabía lo que le pasó por la mente al profesor y, aquello, lo hizo sonreir de lado. Miró la expresión de enojo del adulto.

-Las rosas, cuanto más frescas, más hermosas.- Comenta como quien no quiere la cosa.- Aunque sus espinas pueden herir el alma de quien las toca.- Se estira perezosamente. Demoraría cuanto pudiese el encuentro Castigo<-->Alumno que le esperaba al final del tramo de escaleras.- Seguramente se preguntará el motivo de esos problemas en blanco.- Introduce una mano entre sus cabellos algo rebeldes.- Y la respuesta es bien sencilla.- Cruza sus brazos a la altura del pecho. Lo mira sonriendo de lado.- Durante la clase, la belleza de un ángel demoníaco nubló mi juicio e impidió que pudiera tomar apuntes.- Observa significativamente al maestro.

-¿Se lo digo o se lo enseño?- Cuestiona sonriendo de lado. A quién se referia con aquella excusa, era al mismo profesor que estaba sentado delante suta en el escritorio del maestro.
Quedó parado a pocos metros de él, con los brazos cruzados y actitud algo altiva. No quería mostrarse chulito, pero si deseaba dar a entender que aguantaría todo cuanto le hiciera sin remilgos o quejas. Estaba más que preparado para entrar en acción y dejar claro si punto de vista sobre la clase y la falta de interés que había mostrado en ella.

-Me sorprende que alguien como usted, un profesor, no entienda lo que un alumno trata de decirle.- Termina por acercarse a él. Aprisiona al maestro en su escritorio al dejar sus manos posadas en el madero a cada costado del mayor.- El que no me dejó atender durante de la clase, fue Usted, profesor.- Sonrie con picardía. Luego se pone serio, es más, se aleja un poco, en postura teatral (sin exagerar mucho]. Suspira, mirándolo de reojo.- Tendría que estar prohibido tener como maestro un ser tan hermoso. Distrae a los alumnnos y no los deja concentrarse en lo que realmente importa... - Lo mira de reojo.- O, mejor dicho, el alumno se concentra solo en una fantasia, cuyo contenido censuro, con el profesor que imparte materia.

-Como diga el maestro.- Hace una reverencia.- Así podré tocarme pensando en ese cuerpo macizo que me comería ahora mismo.- Se relame los labios, mirándolo con lujuria. Al erguirse, si el profesor miraba hacia abajo, podría notar su miembro empalmado aprisiado bajo la tela de su ajustado pantalón. Gruñió provocativamente y se dió la vuelta con postura sensual. No se iba a marchar tan pronto del aula. Si llegaban los alumnos de la Clase Diurna, se encontrarían con uno de sus adorados alumnos Nocturnos tirándole los tejos a su profesor de Química.

-Química... Eso es lo que me gustaría poner en práctica.- Se detiene a mitad de las escaleras. Pone el pie sobre una banca, insinuante.- ¿Profesor...?- Pregunta con sensualidad.

-Pero que poco tacto.- Suspira. Desliza una mano por su cabellera plateada.- Hagamoslo así entonces.- Sonrie mirando al profesor. Sin ninguna clase de miramiento se acerca a él, lo caza por la corbata y, sin darle mucho tiempo para actuar, lo besa apasionadamente en los labios.- Espero que así entienda lo que he querido decirle, Master...- Susurra con sensualidad, lamiendo su labio inferior juguetonamente antes de morderselo.- Creía a los profesores mucho más listos y avispados. Tener que ponerme en esta guisa para que sepa de lo que hablo hace perder parte del encanto de querer repetir juego.- Suspira y se aleja del mayor hasta una ventana.

Tenía razón. La mañana estaba por romper y él tenía que regresar "volando" a su habitación... aunque perder la oportunidad de ser testigo de un escandalo diurno por su culpa no tenía precio. Tal vez tendría que arriesgarse más y esperarlas sentado en el sillón del maestro.